Un bosque que terminó desperdigado
- Vivir en el Poblado
- 14 sept 2015
- 3 Min. de lectura
Donde hoy se levantan los flamantes edificios del Centro Comercial Santafé y la Librería Panamericana “vivían”, hasta hace unos diez años, 511 frondosos árboles. Era el hábitat de miles de pájaros y una fábrica de aire y de frescura para los vecinos. Todos fueron talados. ¿Cómo operó, en este caso, la compensación arbórea que exige la autoridad ambiental?
Para el primer caso (447 individuos talados), la compensación consistió en: “El establecimiento de sesenta y cuatro (64) individuos en la zona verde del área de influencia directa del proyecto, los cuales se recibieron a satisfacción por parte de la Entidad (Área Metropolitana), y un aporte económico por valor de mil quinientos millones ($1.500.000.000) como reposición por las intervenciones realizadas”. El documento precisa que este recurso económico fue destinado a la adquisición de la finca Montecarlo (en el barrio Manrique), según escritura No. 1872 de 2007, matrícula inmobiliaria No. 01N5018462, cedida al municipio de Medellín. El valor del predio ascendió a dos mil doscientos veintitrés millones quinientos dieciséis mil pesos ($2.223.516.000). Añade el informe que para llegar a esta valoración económica de la reposición, el Centro Comercial se basó en la metodología propuesta en el Plan Maestro de Zonas Verdes formulado por el Área Metropolitana. El predio en mención, ubicado en el barrio San Blas, sirve de sede a la llamada centralidad Montecarlo que alberga un colegio, un jardín infantil y la sede de la Escuela de Música Manrique Montecarlo, entre otras instituciones. A su turno la compensación que hizo la Librería Panamericana “consistió en el establecimiento de ciento cuarenta y siete (147) individuos por la intervención con tala de sesenta y cuatro (64)…”. Dicha reposición se cumplió de la siguiente manera: Catorce (14) guayacanes amarillos y rosados, ubicados en zona verde paralela a la calle 7 Sur. Diez (10) pinos vela ubicados frente al edificio de la librería Nueve (9) palmas zanconas plantadas sobre el andén de la avenida El Poblado, también al frente de la edificación Catorce (14) individuos establecidos en el retorno de la avenida Las Palmas (frente a Palms Avenue), de diferentes especies: cinco (5) caimitos, dos (2) piñón de orejas, siete (7) varasantas y cien (100) matas de guadua. Esta reposición, agrega el documento, fue recibida a satisfacción por el Área Metropolitana, que luego procedió al cierre del expediente.


En el caso de los pinos vela localizados en la zona frontal de la Librería Panamericana, el ingeniero forestal Mauricio Jaramillo denunció en este medio, el 21 de mayo de 2015, el daño causado a estos individuos: “En imágenes tomadas en octubre de 2011 y mayo de 2014 se observa el normal crecimiento de los pinos y la legibilidad de la doble valla que publicita el nombre de la librería. Las vallas ya han generado significación, recordación y posicionamiento de la marca, no hay justificación para que ahora se dañe y atrofie el normal crecimiento y desarrollo de los árboles, impidiendo que se den los beneficios ambientales que se esperaba de ellos como compensación arbórea. ¿No fue suficiente haber talado 64 árboles de 22 especies para construir el edificio, sino que también es necesario dañar la estructura de siete árboles sembrados como reposición, con el objeto de despejar una de las vallas de la librería?”. Interrogado al respecto el subsecretario del Medio Ambiente, Arbey Osorio, hace notar que cada árbol sembrado debe ser objeto, no solo mantenimiento preventivo, sino de cuidado para asegurar su crecimiento y sostenimiento durante determinado tiempo, para que logre su pleno desarrollo. Luego, se practican podas, según el requerimiento. En el caso de los pinos vela podados frente a la Librería Panamericana, sostiene que se debe verificar si recibieron daño ambiental o afectación, para emprender acciones contra la empresa responsable. Esa Secretaría tiene el sistema de arbolado urbano georreferenciado para todos los individuos y especímenes sembrados hasta ahora. Existe un inventario del árbol urbano para vigilar su estado. Cada vez que se siembra o se tala un individuo, se lleva la información a una base de datos para mantener actualizado el diagnóstico en toda la ciudad, agrega Osorio. También anuncia que esa dependencia trabaja en un manual de silvicultura que entregará herramientas para que el árbol urbano y el paisajismo estén armonizados con los requerimientos de un espacio público adecuado para la ciudad.
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